domingo, 7 de septiembre de 2014

Juna y la muerte

Hace mucho tiempo en los confines del mundo, más allá del altineo sol. Vivía en las tierras que lindaban en el mar, un campesino y su mujer.El deseo de toda su vida era tener una hija. Después de muchos años de penuria la mujer dio a luz a una hermosa niña. Al poco tiempo de nacer Juna, la madre murió de una terrible epidemia, que azotaba el país. El padre empezó a adorarla tanto que decidió protegerla hasta el último día de su vida. Jurando y perjurando que nadie podría tocar a su hija; sino moriría de pena. Pasaron los años y Juna se convirtió en una extraña joven que anhelaba conocer todos los misterios enraizados de la tierra; preguntándose preguntándose como llovía, o porque el mar tenía una línea de horizonte. No sabía ni leer ni escribir pero si dibujaba en la orilla extrañas figuras que alegorizaban sus sentimientos y pensamientos.
Un día llegó un emisario del señor de las tierras, en la corte se buscaba jóvenes para su boda. Juna asustada le conto a su padre que tenía que partir para presentarse en la corte antes de la luna nueva con todos sus conocimientos y habilidades; así que lleno un saco con tierra de mar y llevó su extraordinaria vara de madera con la que dibujaba. Se presento ante el señor junto con doscientas muchachas asustadas, que como podían, presentaban sus más humildes habilidades. Juna no tenía miedo aunque estaba apenada y preocupada por su padre y lo que no sospechaba es que este viaje iba a ser más largo de lo que ella creía. Ante aquella despampanante congregación lo único que hizo fue echar tierra en el suelo y con un palo dibujar hermosas figuras . Todos se quedaron admirados, un impenetrable silencio se apoderó de todos los presentes. Nadie sabía el veredicto del señor, podría ser la muerte o que se convirtiera en la mismísima consejera de su corte. Pero aquel hombre se quedo prendado de Juna algo que no estaba en su futuro plan ni tampoco en el de Juna. Decidió que sería su esposa ante la fervorosa congregación. Y a Juna con lagrimas en los ojos no le quedó más remedio que aceptarlo. Tan pronto como pudo mando a un emisario a la tierra de su padre, que quedo triste y perplejo por el destino de su hija. Decidió quedarse allí pues amaba sus tierras y cultivos pero eso si pidió que aquel emisario fuera una vez por semana con noticias sobre su hija, así estarían comunicados. Juna estaba triste añoraba su libertad en el mar, y a su padre. Y sobre todo porque no amaba a aquel hombre que era el señor de aquel extraño reino rodeado de montañas rocosas. Lo único de lo pudo disfrutar fue de su propia habitación. Y el segundo día después de su llegada conoció a su nodriza que mantenía en secreto poderosos misterios acerca del alma. Su amistad se hizo cada vez más fuerte, y está le construyó una bellísimo dosel en su cama hecho con caracolas de mar, cuando re la arena de la playa mientras el también soñaba. Así aunque había un emisario que semana tras semana llevaba noticias a su padre, sus almas seguían unidas misteriosamente en la noche.
Por aquellos días llego una misteriosa mujer a la corte que no dejaba de ver con recelo y envidia a la joven. Deseaba convertirse en la señora, y sabía que faltaban varías semanas para los festejos de la boda. Una noche la preocupación sobresalto a Juna cuando hablo con su padre en sueños y este le dijo que estaba muy enfermo y temía por su vida. Hablo con su cortesana y está le dijo_ Tejeré esta noche unas calzas para viajar más deprisa. Tienes que partir para coger el último aliento vital de tu padre meterlo en un frasco de cristal y llevarlo a la tierra donde habita la muerte para entregarle el frasco ella .Y ella puede que te traiga de nuevo a tu padre a la tierra de los vivos. Llegó a la tierra de su padre con sus calzas mágicas, justo antes de que su padre diera su último aliento vital, metiéndolo en su pequeño frasco de cristal. Al cerrar su padre los ojos, sintió también que algo se moría en su corazón. Pero apenas pudo quedarse allí tenía que marchar al lugar.
Por el camino se encontró con mucha gente que la ayudo. Un día agotada encontró a una mujer anciana, que le ofreció su hogar durante unas horas.. Aquella anciana le inspiro confianza por eso y por la sensación de desolación le contó de donde venía y quien era, sin saber el riesgo que aquello la suponía. Pues aquella anciana era la misteriosa mujer que desde meses atrás ambicionaba ser la señora del reino. Y dio por hecho que Juna no regresaría de la tierra de los muertos, y que había traicionado al señor marchándose. Con lo cual regresó de nuevo a la corte y contó al señor que una mujer anciana había visto a la joven señora y le había dicho que había huido ya que no quería estar allí.
Juna llegó a una tierra hostil y oscura donde se alzaba una descomunal fortaleza que se divisaba desde mucho tiempo y espacio atrás. Llamó a la inmensa puerta de hierro, y apareció un hombre tapado desde la cabeza a los pies con una túnica, y que la pregunto cuál era su fin, y ella le contó que llevaba el último aliento vital de su padre en aquel frasco y que quería ver a la muerte. Puedes verla pero no debes mirarla a los ojos, sino te atrapará para siempre, una vez ante su presencia debes entregarle el último aliento de tu padre y ella emitirá un veredicto. Entró por un enorme pasillo de paredes inmensas donde parecía no hallarse el fin y entro en una sala circular donde sentada de espaldas se encontraba la muerte, se volvió y la dijo – ven e y acércame presente. Entonces Juna se acerco sigilosamente, manteniendo su mirada en el suelo, y le entrego el frasco, que está cogió sin rozar las manos de Juna. -Has sido muy valiente anteponiendo la vida de tu padre a la tuya, pero aunque me miraras a la cara, no te toca quedarte, pues cada uno se rige por su destino.. Vuelve y lucha por lo que te mereces, mira a los ojos de tu verdad.
Así Juna regreso por inmensos lagos, océanos y montañas, conservando sus calzas y su ropa que se habían vuelto arapos. Su padre la esperaba con los brazos abiertos. _Hija he sido un egoísta, ahora comprendo que debes realizar tu propia vida decidiendo lo que quieres hacer realmente. Pero el señor había puesto precio a la vida de Juna, y ella aunque parezca increíble no sintió pena, ni intento escapar, solo sintió compasión por todos aquellos que sufren y hacen sufrir a los demás temiendo a la muerte, y a como ella la conocía, dejó que la encarcelarán en las mazmorras del castillo. Aquella misma noche apareció su amiga, su dama vestida de sirvienta que le ofreció algo de pan. Te ha traicionado la dama extraña que llegó con los festejos. Tienes que hablar con el señor y contarle lo ocurrido, ya sé que ahora no temes por tu vida, pero debe de haber verdad. Y Juna recordó las palabras de la muerte, mira a los ojos de tu verdad, y luego pensó en sus dibujos en la orilla del mar y sus esculturas en la tierra, y pensó que aquello que había deslumbrado a la corte del señor a una manera de recorrer el mundo explicando que no existe el miedo a la muerte, calmando los corazones de las personas. Así al día siguiente Juna estaba a punto de ser juzgada pidió unas últimas palabras con el señor. Al entrar este, hecho un puñado de arena en el suelo y mientras hablaba de su viaje a la tierra de la muerte, de su padre, algo en su corazón le hizo recordar la palabra compasión. Y mando que la dejaran en el bosque. Y allí se quedó emprendiendo sin nada ni miedo a nada su propia verdad

sábado, 19 de febrero de 2011

La verdadera historia del pez de oro viejo

En un lugar recóndito en el mar , vivía Sara. Una mujer anciana cuyas arrugas cubrían su cuerpo como las sabias cortezas de los árboles cubren sus troncos
Ella me contó su historia , me la dejó escrita en sus cartas y en mi memoria.
Vivía en una aldea de pescadores donde había una torre desde la que se divisaba todo el océano. Hermoso y al mismo tiempo desconcertante.
Siendo niña, salía todas las tardes a la orilla del mar, para escuchar el sonido profundo de sus aguas. Cierto día cerró sus ojos y escuchó un fuerte aleteo. Aquello le hizo fijar su vista en frente, descubriendo con sorpresa una forma de color oro viejo que se movía sinuosamente por la superficie del mar, era un pez hecho de oro viejo. Aquella extraña criatura, permaneció durante unos instantes en frente de ella. De repente sus ojos quedaron clavados en los ojos del pez .
Luego volvió a introducirse en el mar, perdiéndose. Se prometió a sí misma no contar nunca a nadie lo que había visto, sería su secreto.




Tiempo más tarde fue con su madre a la lonja , donde una vez por semana vendían todo el pescado que llegaba al puerto. Se acercaron al último puesto, en él les atendió un pescadero que, después de observar a Sara, empezó a contarles una historia sorprendente. Hablaba de un pez de oro milenario de una belleza extraordinaria que surcaba las orillas de aquel lugar. Afortunadamente, poca gente lo había visto, pues a quien el pez mira fijamente, éste queda incapacitado para encontrar el amor, salvo que lo capture.
Aquello se quedó grabado en la memoria de aquella niña, grabado de forma perenne en su inconsciencia.


Los años pasaron y Sara se convirtió en una joven hermosa pero imposibilitada para amar. Bajo su mirada se ocultaba una dulce tristeza. Ya no iba a la orilla del mar para escucharlo pues temía a todas las criaturas que en él habitaban. Creía que nunca encontraría aquel pez y aunque lo encontrara sabía que seria incapaz de quitarle la vida.
 

Fue durante aquella época cuando hubo una terrible tormenta, tan fuerte que las olas que se elevaban al cielo cubrieron la totalidad de la aldea. Sólo la torre quedó parcialmente sumergida, Aunque su base estaba inundada, aún se erguía fuerte.
Aquel extraño lugar y sus innumerables ventanas, seguían divisándose a kilómetros y kilómetros por toda la costa.

Pasado algún tiempo, Sara decidió navegar con su hermano a la zona de la torre para recoger restos de objetos que flotaban en las aguas.
Sara sintió en el centro de su corazón un profundo deseo de entrar en la torre y convenció a su hermano para subir a descubrir el porqué del magnetismo de aquel lugar. Desde la barca vieron una puerta de madera con grandes huecos que las olas del mar habían producido . Entraron por uno de ellos.

Allí dentro había una larga escalera de caracol por la que fueron subiendo a la infinidad de pisos que formaban la torre. En cada uno de ellos había una habitación,. Unas estaban cerradas con llave, otras vacías., otras eran almacenes donde amontonaban utensilios marinos, y las que se hallaban en los últimos pisos habían sido habitadas con anterioridad pues contenían arcones, armarios llenos de ropa ,y camas de madera talladas en forma de barcos.


Su hermano no quiso seguir pero un extraño impulso, como un presagio, llevó a Sara a continuar subiendo sola . Llegó al último piso donde había una habitación con forma circular en cuyo centro vio una mesa con una urna de cristal que guardaba algo en su interior.
Se fue acercando con lentitud, descubriendo el color dorado de un pez petrificado en el tiempo . Era él ; el pez de oro viejo.
Una angustia recorrió su cuerpo , un nudo en la garganta la ahogaba de tristeza, lloró desconsoladamente, hasta que cayó en el suelo, y un profundo sueño se apodero de ella, quería
desaparecer.
Soñó y era tan real, que volaba sobre un camino empinado, tan deprisa que sentía un insoportable vértigo, no sabia donde caería, pero sí olía la sal , percibía que en el final de aquel camino estaba el océano. Cayó y se sumergió en las profundidades del mar , deseaba morir, entonces notó como los peces le pellizcaban los pies, estaban fríos.


Despertó y se dio cuenta de que verdaderamente estaba ahogándose y aterrada decidió que no quería estar allí, no deseba la muerte pero sabía que estaba a punto de aparecer ante ella, entonces una mano fuerte, la elevó a la superficie de mar, luchando contra la fuerza del agua.
Sobre la orilla, la sal quemaba su garganta, ,mantenía sus ojos cerrados, temía abrirlos , creía que estaba muerta y que todo aquello era parte de su historia.
Al abrir los ojos descubrió que un chico la cubría con una manta, arropándola suavemente. Le ayudo a levantarse de la arena y la llevó hacia su casa, que se encontraba en la playa a poca distancia de allí.

Se sentaron fuera. Mientras ella perdía la mirada en la nada, él la contemplaba. Al cabo de un rato le pregunto qué había ocurrido, pero ella prefirió seguir en silencio.
El tampoco dijo nada, tan solo que llevaba poco viviendo en aquel lugar. Ella si le contó donde vivía , al otro lado de la orilla, cerca de la torre ,. Al decir esto se formó un silencio aún mayor ente ellos y se les hizo un nudo en el estomago.
Al tardecer le acompañó a su casa y le regaló la manta que años atrás había tejido su madre con retales de tela y que ahora cubría los hombros de Sara. Se despidieron . El muchacho se fue y ella no pudo olvidarle.

Pasaron los años. Todos sus hermanos se fueron enamorando menos ella quien creía ciegamente que aquel era su destino.





Un día paseando por el mercado vio un puesto nuevo con objetos y decidió acercarse.
Cual fue su sorpresa cuando ante sus ojos apareció expuesto, como un souvenir, junto con otros objetos curiosos , el pez de oro viejo en la urna de cristal.
Sara no entendía lo que estaba ocurriendo y preguntó al mercader de donde procedía. Éste le dijo: “ Ves aquella torre. El hombre que lo capturó y momificó vivía allí. Se cuenta que un día, paseando por la orilla del mar, descubrió el pez de oro y lo dejó pasar. Más tarde escuchó la vieja historia que se contaban en el pueblo sobre el pez y creyó que nunca encontraría el amor.
Pasó el tiempo y llegó a casarse pero nunca amó a su mujer ni al hijo que tuvieron juntos. Ella murió y él decidió ir en busca del pez junto con los pescadores que surcaban día y noche la costa, para capturarlo. Quería conocer a una mujer maravillosa que superara en belleza y encanto a todas las demás, pero pasaron años sin lograr hallar su rastro .
Cierto día de verano, mientras paseaba con sus pies en el agua por la orilla, vio aparecer al pez y con rabia y sentimiento de venganza, lo capturó sin mirarle a los ojos y lo momificó quitándole así su ultimo aliento de vida para conservarlo en una urna como objeto de logro.
Pensó “ tarde o temprano conoceré a la mujer que deseo” sin embargo nunca la llegaría a conocer. Esto ocurrió justo antes de que muriese durante la gran tormenta. Murió sin conocer el amor.
Su hijo abandonó el lugar y se marchó a vivir a otra aldea.” Acabó de narrar la historia el mercader mientras señalaba el lugar donde años atrás aquel joven que Sara no había logrado olvidar, le salvara la vida.
Sara dejó de mirar al vacío comprendiendo que había vivido en una creencia. El hombre de la torre había muerto sin conocer el amor a pesar de haber capturado al pez. Por fin se había dado cuenta de que aquel pez de oro viejo no podía quitarle a nadie la capacidad de sentir amor, ni capturarlo podía devolverla. Era la creencia la que tenía ese poder. Había vivido cegada por una leyenda que se había clavado profundamente en su corazón, cerrándolo.
Entonces sintió un impulso de volver a ver a aquel joven y marchó a buscarle al lugar donde le había conocido. Cuando llegó a la playa él la reconoció desde la orilla y fue a su encuentro.
“Ves aquella torre, mi padre vivía en ella , nunca me amó. Él murió en la tormenta que me trajo aquí, entonces apareciste tú aquel día. Sabia que algún día regresarías”