Ella me contó su historia , me la dejó escrita en sus cartas y en mi memoria.
Vivía en una aldea de pescadores donde había una torre desde la que se divisaba todo el océano. Hermoso y al mismo tiempo desconcertante.
Siendo niña, salía todas las tardes a la orilla del mar, para escuchar el sonido profundo de sus aguas. Cierto día cerró sus ojos y escuchó un fuerte aleteo. Aquello le hizo fijar su vista en frente, descubriendo con sorpresa una forma de color oro viejo que se movía sinuosamente por la superficie del mar, era un pez hecho de oro viejo. Aquella extraña criatura, permaneció durante unos instantes en frente de ella. De repente sus ojos quedaron clavados en los ojos del pez .
Luego volvió a introducirse en el mar, perdiéndose. Se prometió a sí misma no contar nunca a nadie lo que había visto, sería su secreto.
Tiempo más tarde fue con su madre a la lonja , donde una vez por semana vendían todo el pescado que llegaba al puerto. Se acercaron al último puesto, en él les atendió un pescadero que, después de observar a Sara, empezó a contarles una historia sorprendente. Hablaba de un pez de oro milenario de una belleza extraordinaria que surcaba las orillas de aquel lugar. Afortunadamente, poca gente lo había visto, pues a quien el pez mira fijamente, éste queda incapacitado para encontrar el amor, salvo que lo capture.
Aquello se quedó grabado en la memoria de aquella niña, grabado de forma perenne en su inconsciencia.
Los años pasaron y Sara se convirtió en una joven hermosa pero imposibilitada para amar. Bajo su mirada se ocultaba una dulce tristeza. Ya no iba a la orilla del mar para escucharlo pues temía a todas las criaturas que en él habitaban. Creía que nunca encontraría aquel pez y aunque lo encontrara sabía que seria incapaz de quitarle la vida.
Fue durante aquella época cuando hubo una terrible tormenta, tan fuerte que las olas que se elevaban al cielo cubrieron la totalidad de la aldea. Sólo la torre quedó parcialmente sumergida, Aunque su base estaba inundada, aún se erguía fuerte.
Aquel extraño lugar y sus innumerables ventanas, seguían divisándose a kilómetros y kilómetros por toda la costa.
Pasado algún tiempo, Sara decidió navegar con su hermano a la zona de la torre para recoger restos de objetos que flotaban en las aguas.
Sara sintió en el centro de su corazón un profundo deseo de entrar en la torre y convenció a su hermano para subir a descubrir el porqué del magnetismo de aquel lugar. Desde la barca vieron una puerta de madera con grandes huecos que las olas del mar habían producido . Entraron por uno de ellos.
Allí dentro había una larga escalera de caracol por la que fueron subiendo a la infinidad de pisos que formaban la torre. En cada uno de ellos había una habitación,. Unas estaban cerradas con llave, otras vacías., otras eran almacenes donde amontonaban utensilios marinos, y las que se hallaban en los últimos pisos habían sido habitadas con anterioridad pues contenían arcones, armarios llenos de ropa ,y camas de madera talladas en forma de barcos.
Su hermano no quiso seguir pero un extraño impulso, como un presagio, llevó a Sara a continuar subiendo sola . Llegó al último piso donde había una habitación con forma circular en cuyo centro vio una mesa con una urna de cristal que guardaba algo en su interior.
Se fue acercando con lentitud, descubriendo el color dorado de un pez petrificado en el tiempo . Era él ; el pez de oro viejo.
Una angustia recorrió su cuerpo , un nudo en la garganta la ahogaba de tristeza, lloró desconsoladamente, hasta que cayó en el suelo, y un profundo sueño se apodero de ella, quería
desaparecer.
Soñó y era tan real, que volaba sobre un camino empinado, tan deprisa que sentía un insoportable vértigo, no sabia donde caería, pero sí olía la sal , percibía que en el final de aquel camino estaba el océano. Cayó y se sumergió en las profundidades del mar , deseaba morir, entonces notó como los peces le pellizcaban los pies, estaban fríos.
Sobre la orilla, la sal quemaba su garganta, ,mantenía sus ojos cerrados, temía abrirlos , creía que estaba muerta y que todo aquello era parte de su historia.
Al abrir los ojos descubrió que un chico la cubría con una manta, arropándola suavemente. Le ayudo a levantarse de la arena y la llevó hacia su casa, que se encontraba en la playa a poca distancia de allí.
Se sentaron fuera. Mientras ella perdía la mirada en la nada, él la contemplaba. Al cabo de un rato le pregunto qué había ocurrido, pero ella prefirió seguir en silencio.
El tampoco dijo nada, tan solo que llevaba poco viviendo en aquel lugar. Ella si le contó donde vivía , al otro lado de la orilla, cerca de la torre ,. Al decir esto se formó un silencio aún mayor ente ellos y se les hizo un nudo en el estomago.
Al tardecer le acompañó a su casa y le regaló la manta que años atrás había tejido su madre con retales de tela y que ahora cubría los hombros de Sara. Se despidieron . El muchacho se fue y ella no pudo olvidarle.
Pasaron los años. Todos sus hermanos se fueron enamorando menos ella quien creía ciegamente que aquel era su destino.
Un día paseando por el mercado vio un puesto nuevo con objetos y decidió acercarse.
Cual fue su sorpresa cuando ante sus ojos apareció expuesto, como un souvenir, junto con otros objetos curiosos , el pez de oro viejo en la urna de cristal.
Sara no entendía lo que estaba ocurriendo y preguntó al mercader de donde procedía. Éste le dijo: “ Ves aquella torre. El hombre que lo capturó y momificó vivía allí. Se cuenta que un día, paseando por la orilla del mar, descubrió el pez de oro y lo dejó pasar. Más tarde escuchó la vieja historia que se contaban en el pueblo sobre el pez y creyó que nunca encontraría el amor.
Pasó el tiempo y llegó a casarse pero nunca amó a su mujer ni al hijo que tuvieron juntos. Ella murió y él decidió ir en busca del pez junto con los pescadores que surcaban día y noche la costa, para capturarlo. Quería conocer a una mujer maravillosa que superara en belleza y encanto a todas las demás, pero pasaron años sin lograr hallar su rastro .
Cierto día de verano, mientras paseaba con sus pies en el agua por la orilla, vio aparecer al pez y con rabia y sentimiento de venganza, lo capturó sin mirarle a los ojos y lo momificó quitándole así su ultimo aliento de vida para conservarlo en una urna como objeto de logro.
Pensó “ tarde o temprano conoceré a la mujer que deseo” sin embargo nunca la llegaría a conocer. Esto ocurrió justo antes de que muriese durante la gran tormenta. Murió sin conocer el amor.
Su hijo abandonó el lugar y se marchó a vivir a otra aldea.” Acabó de narrar la historia el mercader mientras señalaba el lugar donde años atrás aquel joven que Sara no había logrado olvidar, le salvara la vida.
Sara dejó de mirar al vacío comprendiendo que había vivido en una creencia. El hombre de la torre había muerto sin conocer el amor a pesar de haber capturado al pez. Por fin se había dado cuenta de que aquel pez de oro viejo no podía quitarle a nadie la capacidad de sentir amor, ni capturarlo podía devolverla. Era la creencia la que tenía ese poder. Había vivido cegada por una leyenda que se había clavado profundamente en su corazón, cerrándolo.
Entonces sintió un impulso de volver a ver a aquel joven y marchó a buscarle al lugar donde le había conocido. Cuando llegó a la playa él la reconoció desde la orilla y fue a su encuentro.
“Ves aquella torre, mi padre vivía en ella , nunca me amó. Él murió en la tormenta que me trajo aquí, entonces apareciste tú aquel día. Sabia que algún día regresarías”
me gusta mucho!!!!!!
ResponderEliminaraaay qué energía tan bonita pude encarné gracias este cuento... bueno tu sabes a qué me refiero.. ;-) muaks
ResponderEliminarrebobino que me trabo:
ResponderEliminaraaay qué energía tan bonita encarné gracias este cuento... bueno tu sabes a qué me refiero.. ;-) muaks
Precioso!
ResponderEliminar